Copo de nieve:
gota fría de agua,
quieta en las calles de asfalto
das a entender que no te importa nada:
ni el tráfico, ni las pisadas,
ni la gente murmurando;
aunque dentro de tí,
tu bien lo sabes,
esto te preocupa, lo temes,
pues tu fina telaraña helada
se puede desmembrar
con la menor brizna malintencionada.
Eres diferente,
no peor, sino diferente,
única entre las demás,
como único es cada copo nevado:
pequeña obra de arte
que se funde, desapareciendo,
en las invernales calles.
Una pequeña rosa que espera
el momento oportuno para,
en una sobrenatural explosión,
demostrar al mundo su valía,
su pacífica belleza y su sutil armonía.
Pues:
¿No aguarda el Galan de Noche
a abrirse cuando el Sol se apaga?
¿No duerme, cuál bebé en su cuna,
todo el invierno el temido oso?
¿No espera la pequeña larva
a mostrar en primavera sus alas?
¿Por qué has de ser tu menos?
Aguarda.
Espera como la hace la Luna
a que se vaya el Sol
y poder ser el punto más brillante del cielo…
y que todos la miren…
y que todos te admiren…
pues, no por ser más brillante,
al Sol le miran más que a la Luna
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